Por Betty Muñiz
(“Tus zapatos son los míos”)
Querétaro, Qro.-
Son las cinco de la mañana, es hora de salir y manejar durante tres o cuatros horas de camino. Las curvas tan pronunciadas que tiene la autopista, el calor se va haciendo presente mientras amanece, con apenas una taza de café en el estómago y la mordida a un pan, desmañados y entre otros factores, justo es el momento en donde apenas el señor Pedro llegará a tiempo para recibir su
despensa de alimentos y verduras; Don Pedro va acompañado de otra persona más, quien le ayudará a cargar lo que reciban.
Don Pedro fue a formarse en la fila a las afuera del “Banco de Alimentos de Querétaro”. Ya había siete personas más adelante, y aún seguían llegando más y más.
También ahí se encontraba Alejandra, quien viene de la Negreta, platicando brevemente con ella nos dijo de viva voz “Venimos aquí por alimentos que nos están dando y pues sí, que es una gran ayuda para nosotros porque en verdad lo necesitamos”.
Al entrar a la bodega de “Banco de Alimentos de Querétaro”, puedes ver demasiado movimiento, entran y salen personas por todos lados. Para empezar, el lugar es una organización sin fines de lucro, en donde rescatan alimentos que por cuestiones de calidad ya no se pueden comercializar pero que si se pueden consumir y para ser exactos en nuestro país existen 55 de este tipo afiliados a la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos A.C. (BAMX).
Unos, llevan mucha prisa, mientras otros están descargando lo que llega de donaciones al lugar, por ejemplo pudimos ver a una señora que llegó a preguntar con una pena y con la cabeza hacia abajo pidiendo informes y que quería ver si podría tener su despensa, su mirada es algo que no olvidas y que se te queda grabada en la mente; pero también otras señoras salían contentas mientras sonreían llevando en manos cada una un pastel o postre; quiero mencionar que esos postres a simple vista se veían deliciosos.
Hay que decirlo, cada paso que das puedes ver cientos de alimentos desde verduras, enlatados, agua y jugos embotellados, pan, harina, aceite, frijol, soya, azúcar, en fin, es un mar de alimentos. En donde cada producto se encuentra ordenado de manera específica, y clasificada minuciosamente; y por el tamaño o capacidad de los mismos se va ya sea al almacén chico o grande.
Unos entran otros salen, el tiempo ahí va contra reloj y, ya les explicamos el porqué. De fondo, escuchabas el ruido del refrigerado industrial que ahí tenían, el crujir de las puertas de la camioneta mientras bajaban las donaciones, el claxon de los coches que pasaban afuera, en fin.
“Es un apostolado. Es una decisión de vida, y uno trata de dar lo mayor posible. Para nosotros el que una persona que no tenía que comer, coma, eso es una recompensa bastante grande” esas fueron las palabras que nos dijo Angela Quintana Ahedo, quien es la Directora del “Banco de Alimentos de Querétaro”, hay que mencionar que Angela es una persona sumamente ocupada, amable, como puede estar coordinando la llegada de alimentos puede estar atendiendo
varias cosas a la vez sin problema alguno; y bueno nos dio un recorrido por las bodegas y nos compartió la manera de trabajar dentro del mismo.
Eran las ocho de la mañana, justo la hora de entrada del personal que ahí labora. Mientras 15 minutos antes, sus camionetas ya se encontraban recogiendo los donativos en diferentes puntos de la ciudad pasando por tiendas de autoservicio, locales de abastos, invernaderos, ranchos y casas particulares.
Cada minuto es importante, el reloj sigue corriendo. Mientras, se inicia la toma de lista de las personas que acuden de diferente colonias y se les va asignando un lugar de trabajo, desde embolsar pan, frijol, soya, y lo que se tenga que hacer en el día, se les prepara su nota y a trabajar.
Las despensas, kilos de ayuda
Las despensas se van armando. Cada una pesa aproximadamente ocho kilos, y va bien equipadas, en donde llevaban el logo tanto de la organización como del colectivo “Querétaro es Uno” que junto a empresarios, OSC, “Cáritas de Querétaro” y otros organismos están comprando más alimentos para que la despensa vaya más nutrida y además están pagando la cuota de recuperación en
donde el “Banco de Alimentos de Querétaro” se respalda de esta, para el pago que tienen que hacer de su gente, pagar servicios, impuestos, entre otros.
Vemos a un lado de nosotros que vacían una bolsa de pan y quedan las “migajas” o “moronas de pan”, eso que sobra va para los animalitos de su rancho, los puerquitos o su ganado, aquí nada se desperdicia y aquí, todos comen.
Ver a las personas voluntarias que reciben su pastel o postre es algo único. Nos comentaron que los mismos son donados por una pastelería conocida en Querétaro y estos se les dan a ellas. El ambiente que se ahí se vive, es acelerado, de nostalgia, de saber de casos fuertes, desde vulnerabilidad hasta pobreza extrema, personas que se están quedando sin trabajo, familias que llevan tomando únicamente café de dos a tres días, entre otros.
Tic toc, el tiempo corre
Era medio día, y había bajado un poco el flujo de gente. Ya casi se acercaba las dos de la tarde, porque a esa hora las despensas tenían que haber sido entregadas. Estábamos a 32° C el calor estaba en su punto, mientras los habitantes subían sus despensas y las donaciones a su camioneta o el flete que habían rentado para venir por los mismos, ya todo estaba arriba y van de regreso
a su comunidad, otras horas más de camino.
Son las dos en punto de la tarde, las bodegas están vacías pues no se ve el movimiento que se tenía por la mañana. Las entregas ya se realizaron tanto a comunidades, casos especiales y, ya vinieron las instituciones. Ahora es el momento de descargar las camionetas que por las mañanas ya hicieron su acopio diario, el día aún no termina pues hay que revisar las notas de remisión, verificar cuentas, que todo cuadre, realizar y recibir un par de llamadas más, darle seguimiento a los donativos, actualizar datos y entre otras actividades que no se terminan, y en un pequeño espacio es hora de comer, después ir a casa tal vez, llega uno cansado o hasta agotado a veces, vámonos a dormir que mañana empieza la jornada a las ocho de la mañana.
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